ROSACRUCES Y SATANISTAS FRENTE A FRENTE
En siglo XIX consagró a Francia como la "capital universal de la razón". El espíritu cartesiano se fue afianzando en el vecino país y la batalla de las ideas fue ganada por el racionalismo. ?En toda Francia? Podemos dudarlo. Fue en esa misma Francia en donde floreció el ocultismo con figuras como "Papus" o Eliphas Levi, fue allí donde aparecieron movimientos neotemplarios -con Fabre Palaprat- iglesias gnósticas con obispos y prelados, sectas ocultistas de todos los pelajes y condiciones y, finalmente, en la apoteosis de lo irracional, movimientos satánicos y rosacrucianos. Hace ahora 100 años, unos y otros se enzarzaron en una extraña disputa que fue conocido como la "guerra de los magos".
Estos son los personajes y estas las situaciones...
DE VINTRAS A PIERRE MICHEL
Hasta los 32 años, nadie, ni el propio interesado, hubiera sospechado que Pierre Eugene Michel Vintras, estaba llamado a protagonizar uno de los episodios más turbadores de la vida religiosa occidental del siglo XIX. Había nacido en 1807, cuando los estandartes napoleónicos paseaban triunfales por Europa; el caos económico-social de la Francia, apenas salida del terror jacobino y conociendo las primeras victorias imperiales, antes de la derrota y la crisis, repercutieron en la juventud de Vintras. Se conocen no menos de una docena de oficios que practicó y que no impidieron que conociera a menudo las privaciones y el hambre. No fue sino hasta que logró un trabajo como contable de un molino en Tilly-sur-Seules que pudo estabilizar su vida y casarse.
Poco tiempo después empezó a tener visiones. Un anciano etéreo se le aparecía frecuentemente desde el 6 de agosto de 1839, animándole, por indicación de la Virgen María, a fundar una institución piadosa. Todo induce a pensar que Vintras era, en esa época, al menos, sincero y que debió sufrir una experiencia mística de singular intensidad. Sea como fuere, puso en conocimiento de su confesor estas visiones y, animado por todos, decidió "entregarse a la voluntad de Dios". Lo hizo con singular celo y originalidad...
Poco tiempo después fundaba la primera de las "septenas", agrupación de siete devotos que, tras recibir el nombre de un ángel, oraban en comunidad por la expiación de los pecados. Vintras, que a todo esto, ha cambiado su nombre vulgar por el iniciático de "Pierre Michel" -como después lo cambiará por "Elías" y, finalmente, adquirirá el nombre angélico de Strathanael- va enunciando su pensamiento, cada vez más sombrío: el fin del mundo se acerca, la iniquidad de ha apoderado del alma de los hombres, la segunda llegada de Cristo está a punto de producirse y, por tanto, es preciso preparar su venida. Un esquema tan simple solo podía tener eco en tiempos de crisis y la Francia de la época vivió permanentemente desestabilizada desde la convocatoria de los Estados Generales y el asalto de la Bastilla, hasta la Comuna de París y la aparición de los primeros movimientos sociales. En un abrir y cerrar de ojos, las septenas habían proliferado por toda Francia y el molino de Tilly pasó a ser un lugar de peregrinación.
El círculo vintrasiano no habría dejado de ser un movimiento de renovación carismática entre otros muchos que proliferaban en la época de no haber sido por distintos factores que contribuyeron a diferenciarlo de todos los demás. En primer lugar, no solamente tenía un carácter religioso y escatológico, sino que, además, tuvo ya desde sus primeros pasos, una opinión política muy bien definida. Los vintrasianos, todos, eran "naundorfistas" y el propio Naundorf se sintió atraído por el movimiento. En segundo lugar, proliferaron los milagros: hostias consagradas que sangraba, curaciones operadas contra toda lógica médica, apariciones, mensajes divinos... A partir de aquí, la jerarquía católica empezó a inquietarse y lo que había sido una comunidad piadosa, pasó a ser considerado como foco subversivo y, en tanto que tal, excomulgado.
NAUNDORF Y EL NAUNDORFISMO
El 2 de agosto de 1830, Carlos X abdicó, pero sus partidarios conservaron fuerza y poder como para poder resistir, solo precisaban un gesto del monarca para sublevarse. Carlos X, prefirió, en la misma tarde de su abdicación, consultar a un campesino inculto, Thomas Martin, que vivía cerca de Rambouillet y que tenía fama de profeta. Se decía que mantenía animadas conversaciones con el mismo arcángel San Miguel. Impulsado por voces misteriosas, entre otras la de Juana de Arco, Martin fue a ver a Luis XVIII, que había recuperado la corona para los Borbones tras la caída de Napoleón. Su fama en la corte era inmensa y cuando Carlos X tuvo la tentación de resistir envió a sus emisarios para que le trajeran a Martin. Este ni siquiera se dignó vestirse, se limitó a profetizar que Carlos X jamás recuperaría el trono, "detrás de él hay una mano que lo rechaza"; su hijo tampoco reinaría nunca y ambos morirían en el extranjero. Luego, pretextando el calor, volvió a la cama. La "mano que lo rechaza" era para Martin, la presencia del rey legítimo, Luis XVII, el Delfín hijo de Luis XVI, que aun no había muerto. Años después, el 27 de septiembre de 1833, Martín, tras profetizar que "aparecerán falsos delfines" (ese mes fueron detenidos tres por la policía) acude a conocer a otro nuevo, Naundorff, que pretende hacerse parar por el rey perdido. Naundorff duerme cuando llega Martin, pero éste irrumpe en el dormitorio y lo despierta, luego exclama: "Mi querido Martin", los dos hombres se abrazan y Martin prorrumpe en llanto: por fin ha encontrado a quien tanto buscaba: "Es él, es la misma persona que vi en una visión con muchos soberanos... ¡Es el hijo de Luis XVI! Hay que decir que Martin, antes de estas visiones, fue sometido a tratamiento psiquiátrico.
Naundorff había llegado a París el 28 de mayo de 1833 sin un franco en el bolsillo; se ve obligado a dormir al raso y comer fruta robada en los árboles de los arrabales. Antes había sido relojero en Crossen, Prusia, donde un periódico -la Gazeta de Leipzig- publicó que era hijo de Luis XVI. Cuando se sintió preparado recorrió el camino entre Crossen y París a pie.
La mayoría de los historiadores modernos sostienen que "Naundorff", antes de pretender ser el hijo de Luis XVI había desertado del ejército; su verdadero nombre era Carl Werg, nacido el 3 de mayo de 1777. El pretendido hijo de Luis XVI -guillotinado por los revolucionarios en el, irónicamente llamado, "puente de la Concordia"- y Delfín de Francia, preso con toda la familia real en el Fuerte de los Templarios, habría conseguido huir de su encierro y, por insondables caminos, regresar para reivindicar el trono de sus ancestros.
El abandono del anonimato para Naundorff se produjo en el curso del proceso incoado contra alguien que decía ser Esthelbert-Louis Hector-Alfred, barón de Richemont y "Duque de Normandía"... es decir, hijo de Luis XVI. Richemont era, por supuesto, una mezcla de mitómano y estafador, su nombre debía añadirse a la larga lista de sujetos, todos ellos, más o menos visibles estafadores, que reivindicaban ser el "Delfín perdido". Sin embargo en el curso del proceso, una voz entre el público interrumpió bruscamente la sesión: "Soy Morel de Saint-Didier, vivo en la rue du Bac y soy portador de una carta para los señores jurados,escrita por el verdadero Charles-Louis de Bourbon, hijo de Luis XIV".
Las risas con las que el público acogió la proclama no pudieron evitar que éste episodio fuera el punto de partida para uno de los enigmas más fascinantes del siglo XIX. La propia hermana del Delfín, la Duquesa de Angulema, que vivía en Praga con los Borbones exilados, no pudo evitar reconocer que el "caso Naundorf" no era como los demás. Poco después del episodio del juicio, Morel de Saint-Didier, viajó a Praga en calidad de apoderado de Naundorf, con la intención de entrevistarse con la familia real, pero solo logró acceder a Madame de Rambaud que, en otra tiempo, fuera camarera real del Delfín. Morel consiguió que la Rambaud recibiera a Naundorff y se convenciera de la veracidad de sus pretensiones. Poco después la camarera escribía a la Duquesa de Angulema: "... vuestro hermano vive.
Mis ojos lo han visto y reconocido; las horas que he pasado en su compañía me han dado una absoluta convicción". Otra dama de la infanta Victoria, hija de Luis XV, escribió a la Duquesa: "estoy convencida de haber hallado al príncipe tan llorado por los franceses". Bremont, antiguo miembro de la secretaría de Luis LVI, igualmente reconoció al Delfín: "he reconocido en el pretendiente Charles-Guillaume Naundorff al huérfano del Temple, vuestro augusto hermano".
Todas estas declaraciones sirvieron al menos para que la Duquesa de Angulema empezara a dudar y decidió enviar al Conde de Rochefoucauld para que estudiase al individuo: "Me hallé en presencia de un hombre cuya semejanza con los retratos bien estudiados de Luis XVII y con los rasgos de la familia Borbón no podía negarse (...) ni en el tono de las palabras había nada que pareciese audacia o impostura y mucho menos aún una bribonada". En 1834, más de veinte servidores de la familia real lo habían reconocido como el Delfín de Francia. A todos ellos les describió situaciones, lugares que solo el auténtico Delfín podía conocer.
Y no solo entre la servidumbre, sino entre ministros de Luis XVI, como De Joly. Lo realmente curioso era que Naundorff recordaba a sus 40 años, situaciones y nombres de cuando el Delfín tenía solo 7, es decir, que su memoria de los hechos del Delfín iba más allá de lo normal; era capaz, por ejemplo, de recordar las iniciales del obrero que selló la habitación de Luis XVI en la Torre del Temple o reconocer un traje que solo lució en una ocasión a sus siete años. No han faltado historiadores y analistas que dedujeran en Naundorff una capacidad para leer los pensamientos de sus interlocutores y repetir las respuestas que estos esperaban oír. ?Qué cuesta más admitir que Naundorff fuera el Delfín perdido o creerle dotado de cualidades paranormales?
El 29 de enero de 1834, Naundorff fue apuñalado y casi muerto. El cuchillo le pasó rozando el corazón y salvó la vida por milímetros. Pocos días antes Morel se había entrevistado en Praga con la Duquesa de Angulema. Al parecer la vinculación de Morel con Naundorff procedía de que la madre del primero afirmaba haber tenido cierto papel en la fuga del Delfín de la prisión del Temple. Disponiendo de medios económicos dedicó toda su vida a buscar al Delfín y creyó encontrarlo en Naundorff a cuyas órdenes se puso de buena fe. Dado que el pretendiente era de origen extranjero, Morel presentó en su nombre las demandas judiciales que fueron desestimadas por las distintas instancias judiciales. Los Borbones contratacaron y la cosa acabó nuevamente en los tribunales. El 15 de junio de 1836, la Duquesa de Angulema y Carlos X, lograron que Naundorff fuera expulsado y obligado a embarcar para Inglaterra. Este fue el principio del fin para Naundorff que ya había reclutado tras de sí una importante cantidad de partidarios, todos ellos procedentes de los medios más conservadores y ultramontanos franceses, entre los que no faltaban sacerdotes.
El exilio londinense sumió a Naundorff en una crisis mística y, sin olvidar su pretensión de reivindicar el trono de Francia, se convirtió en un reformador religioso. En 1838 publicó su libro "Doctrina Celeste", evangelio de la nueva secta. Se trata de un libro ilegible al que siguió otro titulado "La revelación sobre los errores del Antiguo Testamento" escrito al dictado de Juana de Arco. Algo había trastornado la mente de Naundorff tras su llegada a Londres. ¿Tuvo Naundorff una extraña experiencia mística similar a la que experimentó, más o menos por esas mismas fechas, Vintras? En cualquier caso, en su momento pudo sorprender que un libro fuera escrito al dictado de un personaje histórico desaparecido hace siglos, pero cuando aparecían, contemporáneos en el tiempo, los primeros movimientos espiritistas en EEUU y Francia que afirmaban comunicarse con el mundo de los muertos y recibir de ellos mensajes. Y no mucho después H.P.Blavatsky afirmaría escribir sus farragosos libros según el dictado de los "Mahatmas" e incluso hoy cientos de personas de todo el mundo practican el "channeling" o canalización que les permite -siempre según ellos- recibir mensajes del más allá. Creemos que buena parte de todo este arsenal está formado por experiencias interiores mal comprendidas, expontáneas e incluso por casos de posesión, siendo el resto cuadros clínicos que evidencias psicopatías.
El 9 de mayo, el delirio místico de Naundorff desembocó en la constitución del "Alto Consejo de la Iglesia Católica y Evangélica", compuesto por doce miembros "designados por el ángel". Seis meses después la iglesia estalló y parte de sus miembros abjuraron de la nueva fe cismática. Naundorff sufrió un nuevo atentado, encajando dos tiros que volvieron a colocarlo al borde de la muerte; por si eso fuera poco, en 1841 su casa resultó incendiada. A los pocos meses ingresó en la cárcel por deudas y al salir tomó la decisión de abandonar Inglaterra y radicar en Holanda donde murió en 1845 en la ciudad de Delf, según sus partidarios, envenenado, pero, en cualquier caso, desquiciado.
A nadie puede extrañarle el estado mental de Naundorff. En el caso de que fuera el verdadero Delfín, su vida estuvo repleta de tragedias y de la más elevada cuna pasó a la miseria y al terror de su encarcelamiento en el Temple y a la decepción que le produjo ser rechazado por su hermano, calumniado y perseguido arteramente. Si era el Delfín, se comprende su locura. Si no lo era, en el acto mismo de la suplantación está el rasgo más palpable de su mitomanía y, por consiguiente, de su locura permanente. Pero en cualquiera de los dos casos, hay que preguntarse qué nos dice la historia. La respuesta no está tan clara como inicialmente pudiera parecer. Ninguna de las distintas teorías ha podido demostrarse fehacientemente hasta ahora.
Fundamentalmente son tres: 1) Naundorff era el auténtico hijo de Luis XVI, 2) Luis XVI murió en la torre del Temple y Naundorff era un visionario con cierta capacidad para leer los pensamientos y 3) el Delfín sobrevivió a su cautiverio, fue sustituido en la Torre del Temple por un niño de su edad, retrasado mentar, pero su rastro se perdió. Nos inclinamos por la tercera de las hipótesis, reconociendo la capacidad de Naundorff por penetrar en la mente de sus interlocutores y sospechando que hay algo que se nos escapa y que no ha sido revelado todavía.
La posibilidad de que Naundorff fuera el Delfín es apenas nula. La sed de misterio, no puede apagar la realidad y el método histórico. Existe una prueba irrefutable y definitiva para establecer si Naundorff y el Delfín fueron la misma persona: el análisis del ADN. Dado que en el ayuntamiento de Delf, donde murió, se conservan cabellos de Naundorff, bastaría comparar la secuencia de ADN con los restos de cabellos del Delfín que conservó la familia de los Habsburgo. En efecto, la hermana mayor de María Antonieta, María Ana, pasó los últimos años de su vida en Austria, falleciendo poco después del guillotinamiento de su hermana. Entre las pertenencias que legó al convento de Klagenfurt figuraba un relicario que contenía cabellos de los hijos de la Emperatriz. Este relicario pertenece en la actualidad a Otto de Habsburgo, el cual, a petición del historiador J.H. Petrie, autorizó su apertura y el análisis de los cabellos cuya secuencia de ADN debía compararse con la de los cabellos y un fragmento de un fémur de Naundorff. En el momento de escribir estas líneas se están completando los análisis, que serán publicados en la revista "Nature Genetics" el cual los realiza gratuitamente a cambio de la exclusividad en la publicación de los resultados. Sin embargo, todos induce a pensar que, como ya ocurrió en el caso de la Gran Duquesa Anastasia, estos serán desfavorables para la tesis de una identidad entre Naundorf y Luis XVII, Delfín de Francia y Duque de Normandía.
En cualquier caso, los naundorfistas no se extinguieron con la muerte de su líder y con las sombras que siempre planearon sobre la autenticidad de sus pretensiones; si bien su movimiento religioso se extinguió, la mayor parte de quienes lo constituyeron fueron a engrosar las septenas de Vintras el cual afirmó pública y repetidamente su naundorffismo. Y otro tanto hicieron la mayoría de ocultistas franceses del siglo XIX. Desde el punto de vista religioso la fidelidad a Naundorff permitía ocupar un espacio conservador, pero al mismo tiempo, abría la posibilidad a una visión religiosa heterodoxa. Fue así como muchos ocultistas del siglo XIX, Josephin Peladan, Stanislas de Guaita, Saint Yves d'Alveydre y otros muchos, siempre consideraron a Naundorff como el Delfín de Francia y, por tanto, depositario de una concepción esotérica del catolicismo que su locura tradujo en términos grotescos pero tras los que se escondían claves esotéricas. Así por ejemplo, en uno de sus escritos místico-religiosos, Naundorff llega a descubrir que el Paraíso se encuentra en el mismo centro del sol e intenta llegar a esta explicación mediante complicados cálculos matemáticos a los que tan aficionados eran los socialistas místicos de la época como Fourier o Saint Simon y si bien, tras la doctrina de estos, se perciben con facilitad claves numerológicas y temas derivados de un rosacrucianismo mal comprendido, eso mismo resulta evidente en algunas ideas místicas de Naundorff. Hoy, algunos historiadores sostienen que Naundorff ingresó secretamente en la Obra de la Misericordia de Vintras, el cual, cifraba todas sus esperanzas políticas y escatológicas en Naundorff a quien consideraba, efectivamente, el "Rey Perdido", que debía ser "el Gran Monarca" de las profecías apocalípticas, que emprendería la lucha final contra las potencias del mal al frente de una cristiandad renovada.
LA OBRA DE LA MISERICORDIA
Reforzados con los naundorffistas, Vintras y los suyos progresaron rápidamente y consiguieron estabilizar una tupida red de septenas por toda Francia, entre cuyos miembros figuran varios exponentes de la nobleza naundorffista. Pero las presiones de la Santa Sede y los intereses del gobierno francés de la época se aunaron para perseguir a Vintras que terminó siendo acusado -de manera torpe y mendaz- de estafa. Condenado a cinco años de prisión el 20 de agosto de 1842, abandonará la cárcel el 25 de marzo de 1848. Desde la prisión propondrá a sus partidarios la creación de la Orden de los Caballeros de la Virgen María y elaborará un ritual recargado a la gloria de Melquisedec con el que se autoelevará a la categoría de sacerdote, rito que, según declaró, le fue dictado por un ángel. Posteriormente, las ordenaciones siguieron y el propio Vintras consagró a otros sacerdotes "de la Misericordia" que fueron los pilares de la Orden del Carmelo, surgida de la federación de las septenas. Pero la alianza entre Napoleón III y el Vaticano se tradujo en una nueva persecución contra Vintras y los suyos. El 17 de marzo de 1852, el santuario central de la orden en Tilly, resultó allanado por la policía y sus archivos y objetos rituales confiscados. Vintras y varios sacerdotes del Carmelo Elíaco lograron escapar al cerco policial y refugiarse en Londres desde dónde consiguieron extender su organización por Escocia y buena parte de Inglaterra, donde aun subsisten hoy. Tras la caída de Napoleón III, Vintrás regresó a Francia ordenando nuevos sacerdotes, sin encontrar grandes obstáculos a su predicación. El 7 de diciembre de 1875 murió en Lyon, meca del ocultismo francés; no es raro que la continuidad de su secta fuera asegurada en este siglo por dos ocultistas y martinistas célebres, Johanny Bricaud y Constant Chevillon.
MAGIA SEXUAL Y SATANISMO
Vintras fue condenado definitivamente por el Vaticano en 1851, pues bien, en los cuarenta años siguientes, el satanismo experimentó una floración en toda Europa, incluida en España (los casos de satanismo en Jaca, los repetidos casos de posesión demoníaca en Barcelona de los que el propio Jacinto Verdaguer se ocupó, etc.). Y si Vintras fue definitivamente condenado por la Iglesia fue por el carácter problemático de sus prácticas, definidas por el Papado como "satánicas e infernales". Lo que parece evidente es que, al menos en principio, ni Vintras, ni su sucesor al frente de su obra, el abate Boullán, pretendieron rendir culto al diablo, sino que incluso decían combatirlo. Vintras elaboró un complicado ritual de exorcismo que utilizó no pocas veces. La defensa más segura para prevenir la acción del diablo era el uso de las hostias milagrosas que Vintras produjo hasta su muerte y de las que ya hemos hablado. Para sus oponentes y para la Justicia, estas hostias eran una pura estafa y fueron la causa de una de las estancias de Vintras entre rejas.
En ese período desgraciado para el profeta de Tilly, mientras permanecía en la cárcel, adquirió peso en el seno del movimiento un sacerdote, Pierre Maréchal, que difundió tesis relativistas sobre el mal. Si los "ángeles llegados a la tierra para predicar el Tercer Reino" (es decir, los vintrasianos), parecían cometer pecados desde el punto de vista humano, en realidad, situados más allá de ese punto de vista, no habrían cometido pecado alguno. No es la primera vez que una doctrina religiosa adquiere una moral relativista que exime de cualquier culpa a quienes se sitúan en los grados mas altos de la jerarquía, para los cuales parecen no regir las convenciones morales habituales. Habitualmente se trata de una excusa de la jerarquía para dar rienda suelta a sus más bajos instintos. De hecho, este tipo de moral está presente, hoy en día, en las sectas consideradas como más destructivas. La emisión de semen era fundamental para crear "nuevos ángeles"; la masturbación pasó a ser habitual en la septena de Marechal y luego pasó a otras hasta difundirse en toda la comunidad. A las mujeres se las convencía de que podían alumbrar nuevos ángeles uniéndose a sus confesores. Al salir de la cárcel, Vintras encontró al movimiento transformado en una dirección que no compartía; expulsó a Marechal y restableció el orden, pero la noticia de los escándalos ya había trascendido y fue utilizada por los antivintrasianos para desacreditar, no solo a las septenas sino también a Naundorff.
Este episodio sirvió para alertar a Vintras sobre los peligros que corría su organización. Dedujo que se trataba de infiltraciones de corte satanista y procedió a crear una red de informadores sobre este tema que lograron infiltrarse en los círculos más variados de toda Europa, desde ocultistas hasta propiamente satanistas, y, naturalmente, espiritistas, a los que Vintras consideraba como emanaciones satanistas propiamente dichas. Así pudo saber los contenidos de las misas negras que en esos momentos se decían en buena parte de los países de Europa en capillas sacrílegas anornadas con símbolos sexuales extraídos del mundo clásico y dioses paganos de la antigüedad. Muchos de los documentos e informes que recopiló Vintras parecen ser puro delirio imaginativo, intoxicación o simplemente producto de fantasía. Pero no todos; es rigurosamente cierto, que el satanismo se convirtió en una perversión del espíritu, relativamente extendida, durante la segunda mitad del siglo XIX. Vintras, alarmado e inquieto, pero también maravillado por esta "espiritualidad negativa", redactó rituales y ceremonias de protección. Una de ellas, el "Sacrificio Provictimal de Maria" implicaba que los justos debían aproximarse a los pecadores implorando su perdón, gracias a un sacrificio expiatorio.
Las descripciones que hace Vintras de las misas negras y, sobre todo, de sus intervenciones para frustrarlas, recuerdan extraordinariamente los temas de modo en el ocultismo del siglo XIX: de un lado, los espíritus del mal son presentados como "fluídicos" y su acción como "magnética" (como herencia de las concepciones de Franz Anton Messmer), los escenarios en los que aparece el Maligno evocan las sesiones espiritistas y, finalmente, la defensa de Vintras tiene más de novela gótica que de descripción realista.
La fama de Vintras fue decayendo, paralela a la pérdida de vigor del movimiento naundorffiano, y quedó sumida en una profunda crisis cuando Joseph Antoine Boullan asumió la dirección del movimiento apoyado en una minoría de los jerarcas. Boullan, sacerdote era, al mismo tiempo, doctor en teología y un hombre de formación intelectual pulcra y completa, que desde los años de juventud, se había visto irreprimiblemente atraída por el mundo de las apariciones marianas y las profecías apocalípticas. En este sentido, Francia era un caldo de cultivo ideal para él. El país aun no repuesto de la orgía de sangre que fue la Revolución Francesa, vivió, a lo largo de todo el siglo XIX, una sucesión de traumas que convencieron a los católicos de que se trataban de señales del fin del mundo y en esa atmósfera cargada y depresiva, surgieron apariciones como las de la Virgen de La Salette y la de Lourdes. Hay que decir que los legitimistas partidarios de Naundorff aceptaron, en su conjunto, los mensajes de la Virgen de La Salette, extraordinariamente conservadores y nacionalistas.
EL ABATE BOULLAN ENTRE DOS FUEGOS
Como fruto de su interés por las apariciones de La Salette, Joseph-Antoine Boullan conoció a una monja belga, Adela Chevalier que decía tener visiones. Boullan, nacido en 1824, fue ordenado sacerdote al cumplir los veinticuatro; destinado inicialmente a una parroquia en Montauban, se dirigió a Roma, poco después ingresando en la Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre y obteniendo el doctorado en teología. Destinado a una oscura parroquia alsaciana, allí escribirá sus primeras obras místicas y traducirá una obra de María de Agreda, "La Ciudad Mística". En 1854, inspirado por las apariciones marianas de La Salette, romperá con su congregación y se trasladará a París donde colaborará en "Le Rosier de Marie", una publicación de devoción mariana que difunde el mensaje de La Salette. Será en la redacción de esta revista donde conocerá a Adele Chevalier de la que se convertirá en director espiritual.
Poco después Boullan y la Adele Chevalier, propusieron a Pio IX, la creación de una orden religiosa mixta, la Obra de la Reparación, que tras vencer bastantes reticencias de la curia, obtuvo en 1859 la autorización de Monseñor Mabille, obispo de Versalles. Una de las finalidades de esta orden mixta es la lucha contra el diablo, a quien Boullan atribuye la responsabilidad de la maldad y la muerte que sacude a la humanidad. Y a partir de aquí, es cuando empiezan a evidenciarse aspectos muy problemáticos en la trayectoria de Boullan. Pronto Boullan consiguió abrir un establecimiento en la rue de Sevres, en las que se albergaron "algunas pobres muchachas histéricas y megalómanas". Mientras Adele asumía la dirección de los asuntos cotidianos de la congregación, Boullan se erigía en director espiritual. Fue en ese período cuando empezó, a la manera de Vintrás, a atribuirse el poder de sanación, pues no en vano consideraba que toda enfermedad era un castigo de Dios por un pecado cometido por el enfermo e instigado por el Diablo. La teoría de la Reparación, como veremos, implicaba que los predestinados podían asumir las enfermedades del pecador y redimirle de su culpa, sanándolo.
Un buen día Adela Chevalier queda en cinta y Boullan asegura que ha sido poseída y violada por un diablo, el hijo que lleva en sus entrañas, es pues, el hijo del diablo y Boullan se encarga de matarlo... El episodio -nadie, ni siquiera dentro de la comunidad dudó nunca que Boullan fuera el padre de la infortunada criatura- evidenció que las prácticas sexuales tenían una presencia no desdeñable en el acervo de ritos de la Obra de la Reparación: la tesis central del grupo era que los "apóstoles de la reparación" debían asumir y cargar con los pecados del mundo, ?cómo hacerlo? cometiendo los mismos pecados que los otros, pero sacralizándolos. Por curioso que pueda parecer, esta teoría no era nueva, en toda la historia de las religiones se encuentran ecos de lo que Boullan reinventó o rescató, introduciendo adulteraciones. Tanto en la tradición hindú, como en los tantras tibetanos, o incluso en el sufismo, cualquier unión sexual puede ser sacralizada a condición de los parteners asuman las potencias de una pareja divina. La unión se convierte en hierogamia, unión sagrada y está reputada de tener cualidades mágicas. Boullan orientó este mecanismo hacia lo que llamaba "la reparación". Cuando el pecado ha sido transferido del pecador a la persona devota poseída por la Gracia de Cristo, ésta misma extingue y borra el pecado con su infinito poder.
Boullan escribió: "Un gran número de vidas de santos o santas que Dios ha elevado a un estado particular de gracia sobrenatural están llenas de hechos referentes a que dichas almas han sufrido las enfermedades de los demás, que han aceptado sufrimientos extraños, en una palabra, que han soportado enfermedades que no les pertenecían y de las que los demás se encontraron liberados... Pregunto, entonces, por qué el pecado no podría ser también transferido, previa la aceptación del alma reparadora (...) La base de la Reparación, lo que con justo título es su verdadera piedra angular, es la reversibilidad, no posible, sino real, del pecado; es la transferencia de una persona a otra, con su consentimiento de los pecados extraños en su ser (...) La transferencia de un pecado de una persona a otra es un hecho que puede ser verificado, comprobado, de la manera más segura (...) Ser un alma reparadora consiste en aceptar el pecado de nuestros hermanos en la medida en que hemos expiado los nuestros; se trata, con ayuda de la gracia santificante que está en nosotros, así como de la gracia que nos es concedida, de soportar el peso del pecado, destruirlo en nuestro cuerpo por la virtud de Jesucristo (...) Así, en la divina Reparación, el pecado está en nosotros con sus características, su especie, su naturaleza y todas las formas que tenía en aquel que lo cometió. El alma reparadora experimenta y siente el pecado en su cuerpo, tal como ha sido; constata las fases, los progresos del vicio, del defecto, de la pasión; en una palabra, sufre todas las crisis de la ley del pecado".
Boullan, seguramente conoció la "doctrina cristiana de la reparación" en sus años de estudios teológicos y la adaptó a sus conveniencias. Entre otras cosas, olvidaba que si bien la Iglesia admite que alguien pueda asumir y cargar con los pecados de los otros, nadie le autoriza a pecar por sí mismo y a generar él mismo pecados... Pero nada parecía detener la audacia de Boullan y de la Chevalier que multiplican sus anuncios asegurando curaciones milagrosas y receptores de mensajes divinos.
Amparado en esta curiosa teoría, Boullan sometía a sus novicias a ceremonias aberrantes. Tras haberles convencido de que estaban poseídas por el diablo, pasaba a exorcizarlas, derrochando todo su arsenal de perversiones sexuales. Les escupía en la boca y obligaba a beber sus orines y los flujos menstruales de Adele.
Una carrera como esta debía topar pronto con dificultades. Primero la sanción eclesiástica, pues no en vano, Boullan seguía siendo en ese momento ministro de la Iglesia. El episodio no esclarecido del infanticidio encontró en el obispado el primer interesado en que se mantuviera en secreto. Todavía hoy se duda si murió al nacer, fue estrangulado por Boullan o sacrificado en el curso de una misa negra. En esos momentos solamente forman parte de su comunidad una docena de hombres y mujeres enloquecidos -Boullan afirma que se trata de casos de posesión demoníaca- que se instalan en el pequeño pueblo de Triel. De ahí pasan a Vaux. Pero Boullan está acusado por los tribunales ordinarios por delito de estafa. Cumplirá tres años de prisión, acudiendo al Santo Oficio romano a confesarse en señal de arrepentimiento. Así transcurren sus años entre 1861 y 1869 fecha en la que regresa a Francia haciéndose cargo de una revista "Anales de Santidad" especializada en las apariciones marianas y en los fenómenos de misticismo. Pero la frontera entre estas corrientes católicas, vistas con recelo por la Iglesia, y los círculos ocultistas y espíritas no es tan sólida como pudiera pensarse, a pesar de los ataques mutuos que se prodigan. En el fondo, ambos sectores están atraídos por dos fenomenologías que tienen muchos puntos comunes, solo varía la explicación que les atribuyen.
Cuando en 1875 Boullan escriba a Vintras y entre a formar parte de su círculo, el Vaticano que esperaba la ocasión para solventar sus diferencias con la nueva línea adoptada por aquel, lo excomulga y expulsa del seno de la Iglesia. Es posible que Boullan, a partir de ese momento, soñara con vengarse del Vaticano y buscara en el grupo de Vintras el instrumento necesario. De lo que no cabe la menor duda es del resquemor que despertó en Boullan la decisión de excluirlo de la Iglesia. Vintras comunicó a Boullan que un ángel le había impuesto el nombre de "Elías-Juan Bautista"; pero a poco de tomar contacto con él, Vintras muere y Boullan se traslada a Lyon para intentar asumir el control de la organización. Gracias al apoyo de Souleillon, un obispo vintrasiano, consigue hacerse con los papeles de Vintras y ser elegido por una minoría como nuevo jefe espiritual con la que recae en sus perversiones eróticas.
No hay que olvidar que en esa época Lyon era, con París, la capital del ocultismo francés, aparte de la sede del vintraísmo. Fue precisamente en esos ambientes en los que Boullan se puso a usmear buscando nuevos adeptos, lo que produjo que Stanislas de Guaita se fijara en él y desconfiara de los propósitos del sacerdote. Fue así como Guaita logró introducir a su amigo y discípulo Oswald Wirth, en el entorno de Boullan.
Guaita había fundado en 1888 la Orden Cabalística de la Rosa Cruz a la que pertenecieron además Josephin Peladan, Gerard Encausse (a) "Papus" y el propio Wirth. La orden había sido constituida como heredera directa de Orden de la Rosacruz del Templo y del Grial que fundara en Toulouse el conde de Lapasse en 1845, la cual, a su vez, procedía de la Orden de los Filadelfos, organizada en Narbona por el marqués François Chefdebien en 1789. Peladan se separó pronto de la Orden y pasó a fundar su "Salón Rosacruz" alcanzando fama y renombre en medios artísticos durante los últimos años del siglo pasado y los primeros de éste. En cuanto a Oswald Wirth, ha pasado a la historia del ocultismo y de la masonería como autor de obras de indudable interés y calidad.
Wirth en su período de infiltrado en el entorno "reparador" de Boullan quedó impresionado de lo que allí vio. El círculo interior practicaba lo que Boullan llamaba "uniones de vida" cuya base teórica era la posibilidad para un ser que se encontraba en un nivel espiritual primario de ser ayudado en su "evolución" por otro ser situado en un nivel superior. La mejor forma de realizar este "intercambio ascensional" era, desde luego, la unión sexual, pues no en vano los discípulos de Boullan daban a la palabra "Carmelo" un origen etimológico impropio, "carne elevada al cielo". Así pues, el miembro de la Obra de la Reparación debía unirse a cualquier ser al que asegurase su ascenso espiritual, o bien a cualquier otro ser situado en un peldaño superior. Todo esto, naturalmente, llevó a la Obra de la Reparación a convertirse en un lupanar en el que todas las perversiones sexuales encontraban su lugar. La sanación se practicaba mediante extrañas recetas. Uno de sus remedios favoritos para curar afecciones de la piel era emplastos de hostia consagrada con orina y excrementos. Ciertamente, en la farmacopea rural, la orina se utiliza abundantemente, pero jamás nadie se había atrevido a unirla a lo que el católico considera cuerpo y sangre de Cristo. Boullan en el curso de todas estas ceremonias orgiásticas era, naturalmente, quien más se beneficiaba, pues no en vano, su altura espiritual era mayor. Amante de la felación, algún estudio contemporáneo afirma que debió estar aquejado de "satiriasis" o adicción patológica al sexo.
Wirth terminó siendo sospechoso a los ojos de Boullan; solo parecía interesarle la teoría, pero permanecía ajeno a cualquier tipo de práctica y las relaciones fueron enfriándose hasta la ruptura definitiva. Cuando ésta ocurrió, Wirth entregó todo el material recopilado y sus declaraciones a Guaita el cual convocó un "tribunal iniciático", único que podía juzgar delitos contra la espiritualidad. La sentencia emitida aludía a "la promiscuidad sin límite, a la ubicuidad del impudor, al incesto, a la bestialidad, al incubismo, en fin", practicados por el círculo interior del grupo. Peladan, Bricaud, Barlet, Papus y Guaita formaban parte de dicho tribunal que condenó a Boullan a la "muerte iniciática". Esto implicaba la difusión pública de los secretos de la secta, su denuncia ante los medios de comunicación y el desenmascaramiento de las prácticas orgiásticas y desenfrenadas de sus miembros, algo mucho menos terrible que el propio enunciado de la condena. Boullan, sin embargo, estuvo persuadido hasta su muerte, de que se trataba de una condena a muerte emanada de los círculos satanistas que se realizaría mediante medios mágicos. Tal fue el origen de lo que se conoció como "guerra de los magos".
La sentencia condenatoria contra Boullan se emite en 1887; éste aun vivirá cinco años. Tal es el tiempo en que se prolonga la "guerra de los magos". Boullan, a partir de la sentencia, empezó a notar lo que llamaba "ataques fluídicos" contra su persona. Sus dos defensas más notables eran las hostias milagrosas que había heredado de Vintras, amuleto seguro contra el diablo, y la protección de Julie Thibault, supuesta sensitiva que "veía" a distancia los "ataques fluídicos" de los rosacruces considerados como satanistas. El profesor Massimo Introvigne tiene razón en explicar lo paradójico de esta situación. De un lado, Boullan afirma combatir a los satanistas, pero él mismo en nombre del antisatanismo ha realizado prácticas propiamente satánicas: ha mezclado hostias con orina, excrementos y sangre menstrual, ha realizado orgías sexuales muy similares a las misas negras. En cuanto a Guaita y a los rosacruces, en principio alejados de la ortodoxia romana, utilizaron para condenar a Boullan, la misma violencia y las mismas expresiones que unos pocos años antes había utilizado la Iglesia para condenar a Vintras.
HUYSMANS, ALLA ABAJO
Joris Kark Huysmans era ya un escritor de fama consolidada, considerado como el principal discípulo de Zola; sin embargo sus intereses discurrían por los caminos del ocultismo por el cual se sentía vivamente atraído. En 1895 prestó su casa a Madame Thibaut, una de las sacerdotisas y videntes de la secta de Boullan, para que celebrara los cultos establecidos por Vintras y Boullan. La Thibaut tenía la particularidad de "ver" a distancia las manipulaciones satánicas de los enemigos de Boullan y de Huysmans y describir sus movimientos con el menor detalle. Todo induce a pensar que se trataba de pura fantasía y el propio Huysmans debió convencerse al cabo de tres años de albergar a la Thibaut en su domicilio, donde oficiaba en calidad de lo que el profesor Introvigne ha definido como "exorcista doméstica".
Huysmans, escribía desde muy joven alcanzando una notable consideración de Emile Zola, gloria de las letras francesas y del naturalismo de la época. Luego pasó a las filas del decadentismo que ya hacía sus primeros estragos y que con Marcel Proust estaba rebasando en popularidad al naturalismo. Pero ya en esa época se empieza a interesar por el catolicismo a través de su amigo el escritor Leon Bloy a quien ayudará en los momentos de crisis personal. Pero se trataba de un hombre radical en sus gustos cuya vida resume todos los carácteres de una época: piadoso, era habitual de los burdeles, católico, se sentía igualmente atraído por el ocultismo y la magia. Si frecuentaba al más representativo de los escritores católicos, Bloy, no es menos cierto que conoció a los rosacruces Guaita y Peladan y trabó amistad con Jules Bois, así mismo amante de lo oculto y de Emma Calvé, diva del bel canto y musa de los conventículos ocultistas parisinos. También se relacionó con el entorno de Papus y participó en prácticas espiritistas. Una mujer, Berthe Courrière le indujo el interés por el diablo. La Courrière, como otros muchos católicos franceses de finales de siglo, a fuerza de meditar y pensar en el diablo y en la lucha contra él, habían terminado por sentirse atraído de manera morbosa por la realidad de las misas negras, los cultos y las invocaciones satánicas. No será el único caso, ni el más extremo, como veremos en estas páginas. El poeta Apolinaire, amigo de Berthe Courière, dió el dato de que ésta mantenía excepcionales buenas relaciones con el rector de la Capilla e la Santísima Sangre de Cristo, Louis van Haecke. El testimonio de Apolinaire, unido a otros del mismo cariz, indican que van Haecke era uno de esos sacerdotes que habían pasado al campo del satanismo y que realizaban misas negras en la misma capilla donde se guardaba un recipiente que la tradición decía albergaba gotas de la sangre de Cristo. En 1890 se produjo la ruptura entre van Haecke y Berthe y ésta fue internada en un hospital psiquiátrico después de huir desnuda de la casa del cura. Poco después, tras ser dada de alta, en la estación de tren creyó ser víctima de un encantamiento quedándose inmovilizada ante la ventanilla de venta de billetes. Posiblemente se tratara solo de un ataque de ansiedad o quizás de agrofobia, pero, sea lo que fuere, Berthe consideró que van Haecke le lanzaba "influjos malignos" para evitar que rompiera con él. Fue a confesarse con un sacerdote y consiguió serenarse.
Huysmans tuvo conocimiento de estas peripecias por otro amigo escritor, justo en el momento en que intentaba recopilar materiales para escribir una novela centrada en torno al satanismo contemporáneo y a la figura de Gilles de Rais, el brazo derecho de Juana de Arco, pasado luego a la brujería y al satanismo. Fue precisamente, su gran enemigo, Stanislas de Guaita, quien facilitó a Huysmans la dirección de Boullan, tras haberle advertido que encontraría allí las peores iniquidades. Quizás por eso Huysmans tomó contacto con Boullan a principios de 1890. El propio Oswald Wirth, infiltrado en el grupo de Boullan, advirtió a Huysmans sobre el ambiente que rodeaba al heresiarca.
Sin embargo, Boullan, mantuvo siempre una actitud ambigua hacia Huysmans; en todo momento se declaró antisatanista y acusó a Guaita y Wirth de entendimiento con el Maligno. Hizo algo más, que para un escritor era precioso, le entregó lo esencial de los archivos de Vintras sobre el satanismo. Pocos meses después de haberse iniciado la relación, Boullan había convencido a Huysmans de que, tanto él como su organización, eran puros e incluso accedió a realizar exorcismos para liberar definitivamente a Berthe Courrière de la influencia de van Haecke. Todo esto, unido a las informaciones entregadas por el periodista Jules Bois, amigo íntimo y colaborador de Huysmans, constituirán el material inédito sobre el cual elaborará una de las novelas más apasionantes y cautivadores de la literatura finisecular: "La Bas", "Allá Abajo". Todos los implicados en el asunto de Berthe, el canónigo van Haecke, el entorno de Boullan, el propio Huysmans, aparecen como personajes de la novela e incluso los rosacruces son mencionados despectivamente.
A partir de la publicación de "La Bas", Huysmans se siente víctima de "ataques fluídicos" de los rosacruces y acude a Boullan en busca de ayuda. Este le ofrece los servicios de la Thibault y le entrega protecciones mágicas (perfumes y cintas consagradas), invitándole a rezar las oraciones redactadas por Vintras y reputadas de servir como protección. Poco después, hacia 1892, Huysmans se convierte al catolicismo en donde permanecerá hasta la fecha de su muerte (1907). Vicente Blasco Ibáñez que traducirá buena parte de su obra al castellano -entre otros libros, "La Bas"- resaltaba que en la hora de su muerte "Huysmans mostró en su larga agonía una serenidad edificante. El mismo escribió su esquela mortuoria y dispuso que lo enterrasen con un hábito de benedictino. Huysmans se extinguió a las siete de la tarde de un domingo, el 12 de mayo de 1907. Sus amigos le habían dejado media hora antes con el cigarrillo entre los dedos, afectuoso, esforzándose por mantener su sonrisa". Y más adelante: "A pesar de su juventud libertina, se fué del mundo sin otras experiencias amorosas que sus brutales goces con las peripatéticas del placer escogidas al azar en una esquina. Todas sus relaciones fueron con hembras. Jamás encontró a una mujer".
Huysmans anduvo siempre en la cuerda floja, sintiendo el vértigo de la atracción por el vacío del vicio (satanismo, magia sexual, erotismo morboso) y por la virtud (su búsqueda espiritual fue sincera y le llevó a la serenidad final), pero para llegar a ella tuvo que recorrer un camino, cuanto menos, problemático. Y sus derivaciones fueron, así mismo, problemáticas: no en vano es en el clima de espectación surgido tras la publicación de "Allá Abajo" que aparecen los escritos de Leo Taxil, vinculando la masonería al satanismo y que son, en definitiva, hijos bastardos de la obra de Huysmans.
EL DUELO FINAL
En 1891 Boullan y Huysmans hacen juntos la peregrinación a La Salette. Por esas fechas Huysmans retorna al seno de la Iglesia Católica pero sigue manteniendo relaciones con Boullan al sentirse amenazado por los "satanistas" (Guaita y los rosacruces). Boullan le entrega "protecciones mágicas" y amuletos consagrados según los "Sacrificios de Gloria" instituidos por Vintras; Huysmans los llevó encima hasta más allá de su conversión al catolicismo. La vidente de Boullan, Julie Thibaut, advirtió a Huysmans de los ataques "fluídicos" dirigidos contra ambos.
El 4 de enero de 1893, Boullan escribió por última vez al novelista, angustiado por los ataques de los rosacruces. La Thibaut, en sueños, vio a Guaita realizando manipulaciones mágicas y conjuros siniestros; al día siguiente Boullan se sintió angustiado a la hora de la comida. Madame Thibaut y otro discípulo de Boullan, así mismo vidente, lo colocaron en un sillón, pero la sensación de ahogo persistía y, pronto Boullan comprendió que la vida se le escapaba. "Murió víctima de los satanistas", establecieron sus discípulos. Huysmans les creyó y se refugió en la tierra sagrada de un monasterio a fin de librarse de los "ataques fluídicos" cuya proximidad percibía.
Pocos días después la prensa francesa publica un artículo de Jules Bois en el que denuncia a Guaita, Peladan y Wirth como autores de lo que califica como "asesinato mágico". Guaita, en esa misma prensa, se defendió, negando cualquier responsabilidad. El cruce de notas acusatorias duró unos cuantos días hasta que Guaita envió sus padrinos a Bois y Huysmans, retándolos a duelo. El segundo se retractó por escrito de las acusaciones lanzadas contra Guaita, pero Bois, aceptó acudir al "campo del honor" en la Tour de Villebon.
Al amanecer del día del duelo, a poco de tomar Bois su calesa habitual, uno de los caballos falleció inesperadamente; colocado otro, antes de aproximarse al lugar del duelo, los dos caballos fallecieron, volcando la calesa. Bois llegó al lugar dolorido y cubierto de polvo. Tras dos balas disparadas por cada uno que causaron a ambos contendientes heridas leves, el honor fue salvado y el duelo interrumpido.
La prensa hablaría durante semanas de este extraño episodio en el que cada parte acusaba a la otra de estar en contacto con el diablo. Huysmans y Bois fueron, a nuestro entender, engañados por Boullan, el cual les ocultó siempre sus ritos sexuales y sus prácticas aberrantes. Huysmans, tras examinar los archivos de Boullan con detenimiento terminó convencido de que las acusaciones de los rosacruces eran auténticas, pero nunca conseguirá convencerse ni de que Boullan muriera casualmente, ni de que los ataques fluídicos contra su persona fueran pura sugestión, ni mucho menos que los tres caballos de Jules Bois, muertos en pocos minutos, fueran pura casualidad. Y si esto era así ¿quienes eran los satanistas?
Tras la muerte de Boullan y con los escándalos que siempre habían acompañado a los vintrasianos y a los "reparadores", su secta entró en crisis y solamente se mantuvo en Lyon hasta la segunda guerra Mundial, cuando ya las "uniones de vida" y las perversiones sexuales del fundador ya habían sido olvidadas. En cuanto a los vintrasianos, apenas sobrevivieron a tan amargas experiencias. Hemos intentado localizar a una septena activa que según Patrick Ravignat seguiría operando en el Barrio de Saint Sulpice de París, pero infructuosamente. Las consultas a través de Internet en busca de fieles vintrasianos o "reparadores", infructuosamente, ha resultado igualmente negativa; todo ello nos induce a pensar que, cien años después de la "guerra de los magos", apenas queda el recuerdo de todos estos movimientos.
Mejor fortuna han tenido los herederos de Stanislas de Guaita y de Josephin Peladan; en efecto, ambos tienen pequeños núcleos de seguidores e incluso algún editor independiente se anima, de tanto en tanto, a publicar sus textos. Entre los "guenonianos" más abiertos, la obra de Guaita es leída con interés y alguna logia masónica afecta a la Gran Logia Nacional de Francia, se dice influida por este ocultista. Pero, en cualquier caso, se trata, de ínfimas minorías y ya nadie recuerda ni lo que supuso la "guerra de los magos", ni las peripecias que llevaron hasta ella (las apariciones de La Salette, la extraña presencia de Naundorff, las convulsiones políticas de Francia y de la cristiandad en el siglo XIX), ni a sus protagonistas. Solamente el "affaire" de Rennes-le-Château ha hecho que a partir del último cuarto del siglo XX volvieran a aparecer muchos de estos personajes y situaciones. Pero esta, como siempre, esta es otra historia.
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